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El hormigón orgánico, también definido como “semillero” se define como un hormigón cuya principal característica es la de poder albergar semillas en su interior, lo que permite el crecimiento de plantas. Algo que sólo entendemos si contiene suficiente sustrato orgánico (tierra) como para poder alimentar ciertas especies vegetales, ya que el hormigón o cemento tradicional no destaca por la cantidad de minerales disueltos y solubles en su composición.


En todo caso, nos resulta muy llamativa la idea y nos recuerda a otras iniciativas que parten de la idea de combinar el hormigón con tierra para promover el crecimiento de plantas, eso si, siempre y cuando no se tenga previsto su utilización como elemento estructural.


Disfruta con las imágenes y haz volar tu imaginación con esta idea extravagante del hormigón “semillero”.

Desarrollar primero una “masa madre” que favorezca el crecimiento de los musgos. Esto significa crear cementos u hormigones unos poquitos ácidos, que permitan que esto ocurra, como el hormigón convencional carbonatado o un cemento con fosfato de magnesio.

Ventajas del concreto verde

Entre otras ventajas que tiene el concreto verde, está el de ser un mejor aislante térmico, por los materiales orgánicos incluidos en su composición, reduciendo el desbalance térmico que se produce con los cambios de temperatura. Esto significa que también se reduce el costo en aislamiento y el gasto de energía para calefaccionar o enfriar los ambientes.

El concreto verde se puede colorear. Los colores claros reducen el efecto de la alta temperatura y, durante la noche, refleja la luz ambiental, lo que ayuda a reducir gastos de infraestructura de iluminación y consumo energético.

El concreto verde tiene otra ventaja más, que es la de ser totalmente reciclable, ya que se puede volver a utilizar en la producción de cemento nuevo.

Aparte del producto mencionado al comienzo, en el mercado mundial hay varios tipos de cemento verde, que utilizan distinta materia prima para su fabricación: escoria metálica, vidrio reciclado, geopolímeros, olivino (un silicato de hierro y magnesio que absorbe CO2), etc.